Conclusiones
México se encuentra bajo un proceso de desarrollo
industrial, lo que le ofrece un gran potencial para realizar progresos
tecnológicos. Normalmente en los países desarrollados el progreso
tecnológico fue más intenso en sus etapas tempranas de desarrollo
económico. Según Kondo (op. cit.), la estrategia tecnológica requiere
ser modificada de acuerdo con la etapa de desarrollo del paìs y
debe cambiar a la par que su nivel se vaya incrementando. Esto
representa una gran oportunidad si se reconoce que la tecnología
es una máquina de crecimiento y que el papel fundamental de los
ingenieros ha sido hasta ahora el de asimilar, poner en servicio,
operar y mantener la plataforma tecnológica industrial; eso significa
que si hoy en día el paìs desea seguir prosperando, se deben enfocar
los esfuerzos de forma intensiva al desarrollo de nuevos productos
tecnológicos. Por lo tanto, si bien es cierto que la ingeniería
universitaria ha fortalecido y respaldado el desarrollo económico
a lo largo de los siglos, el papel que jugará en el siglo XXI resulta
extraordinariamente importante. El cambio tecnológico que inició
a fines del siglo pasado se sigue intensificando. En consecuencia,
las tecnologías y las plataformas tecnológicas industriales han
seguido creciendo en complejidad. La respuesta que dio la universidad
para abordar el cambio tecnológico en los años ochenta del siglo
pasado fue la de ofrecer carreras de ingeniería especializadas
en una sola rama del conocimiento, a saber: computación, electrónica,
mecánica, eléctrica, telecomunicaciones, industrial, etcétera.
Los ingenieros altamente especializados podrían cumplir la misión
de operar y mantener sistemas. Poco después, a principios de este
siglo, los dirigentes de las facultades de ingeniería universitarias
reconocieron que para operar, diseñar y desarrollar nueva tecnología,
el ingeniero debería poseer un conocimiento más amplio, es decir
que requería de más de un área de conocimiento específico. Esto
dio origen a la carrera de mecatrónica, en la que se conjuntan
los conocimientos de electrónica y mecánica aplicados a la manufactura
industrial.
Todo parece indicar que en este siglo de transición el proceso de cambio continuo se intensificará, por lo que se enfrenta el reto de orientar, ajustar y sintonizar continuamente la formación de los ingenieros. Seguramente se requerirán nuevas carreras de ingeniería de formación más general, menos especializada, en las que converjan diferentes campos del conocimiento. Probablemente un buen ejemplo sea la carrera de ingeniero en Tecnología, que se dicta en la Facultad de Estudios Superiores Cuatitlán, y que tiene una orientación dirigida hacia la investigación y el desarrollo.
En el proceso de planeación también se deberán considerar
las variables económicas por lo que tal vez será necesario considerar
la necesidad de ofrecer carreras de ingeniería que además de las
materias formativas, ofrezcan nuevas habilidades empresariales
y administrativas a los estudiantes. En todos los casos seguramente
la UNAM seguirá haciendo su mejor esfuerzo para respaldar el crecimiento
económico del país a partir de su respaldo a la plataforma tecnológica
industrial. Según Yusuf (2009), el talento y la creatividad de
los ingenieros aplicados al desarrollo tecnológico y la innovación
redundará en la mejora de la calidad de vida y del índice de satisfacción
de la sociedad.
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